viernes






"En mi el lenguaje no es más que una excusa para el silencio"Alejandra Pizarnik


Cuando era pequeña solía ser el eje de una gran preocupación. No pude escribir hasta los 8 años; Hacía complejas cuentas, me codeaba con pomposos logaritmos, pero no escribía. Había algo en esos símbolos que no me convencía; lo que el mundo me ofrecía para expresarme me parecía demasiado liviano. Y cuando por fin lo hice, las maestras pusieron el grito en cielo y el cataclismo vivenció la cresta de la ola; "esta chica escribe cosas muy obbbscuras!!"recuerdo que decían, cuando ante el pedido de una narración sobre los bigotes de mi gato, yo salía hablando de los cristales rotos y la melancolía de las tazas de arroz con leche. Y así me pasé el resto de estos muchos y pocos años, escrbiendo, como una forma de hacer bailar a mi agonía y no sentir las piernas tan cansadas.


Lo que uno denomina casa es ese lugar en el que uno se puede dar a entender..El "inentendiiento" es una vida de linyera; un investimiento completo de señales., un pleno fuera de foco de seres y luces. Si escribir es darse(en todo el sentido del término ) a entender, entonces empiezo a sentirme en casa


Postales: Solo una excusa para volar por un rato

La Habana


Cuando llegué a La Habana, me sentía como en un a ciudad de Italo. Una en el que el viajero debe trocar sus fuentes y, los lugares en lo que están las respuestas son aquellos en los que uno jamás se fijaría. “No existen ciudades, sino ojos, ojos de viajeros “ y Cuba es una necesidad casi forzosa de mirar con otros ojos, un investimiento de seres y luces. Una constante mutación que encierra en cada suspiro una contradicción; cada tesis que sacaba concluía en su antítesis.


Me hicieron creer que la sabiduría se hallaba en los libros, en las computadoras, en las ficciones de televisión. En Cuba el acceso a internet es caro y limitado, conseguir libros es toda una proeza una búsqueda constante y creativa, (no parece ser un buen momento para la industria editorial en la habana, casi para ninguna). Los canales de televisión son cuatro, todos estatales. Solo se ven clases televisivas y noticias sobre el pacto bolivariano..Sin embargo la gente mas sabía y feliz se encuentra en una isla en la que hasta conseguir una perilla para una puerta es toda una hazaña. El ascensorista del lugar donde estudiaba, se llamaba Don Braulio. Braulio te recibía en una ascensor hecha pomada, que solo funcionaba 3 veces a la semana( por falta de aceite). Mi amigo estaba siempre con una radio del año 60 y un pequeño fluorescente con una sonrisa cuál masajista en un spa bebiendo de un coco


Trueque, música, y hasta peluquerías en la calle. La calle..donde parecería ser el lugar sagrado, el lugar de los milagros. Una ciudad de colores segregados y de latencia unida. Es ese País de Auster de “las últimas cosas”, las ultimas utopías, las últimas ganas y esfuerzo por el desapego a lo innecesario, el último gran intento de, con cándidas herramientas(herramientas discutibles, pero herramientas al fin)refaccionar las alas rotas. Todo este sentido de lo ultimo , tan ultimo que resulta intangible, todo ello convive encerrado en el corazón de una isla.



Nunca conocí a personas como en ese país. Un día de increíble tristeza se me acerco un nenito al terminar de bailar, tímidamente me dijo ; “pareces un pájaro” y me abrazo. En ese momento vino a mi una idea de Girondo acerca de que la caída es también una forma de vuelo; la verticalidad continúa, la mecánica de la ingravidez también lo hace.En un segundo en el pequeño abrazo de un pequeño desconocido descubrí en cuba un mundo.. o al menos por una vez el mundo me hizo parte de el.


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Las ausencias;


Cada ausencia genera un hueco, y cada hueco un nuevo aire


Mi abuela, la que nunca vió el mar, me contaba que varias veces miraba los viñedos, cerraba los ojos y transformaba aquella inmensidad en un mar. Mi abuela se parecía mucho a mi, solo que tardé demasiado tiempo en darme cuenta, como unos 20 años. Antes de morir, en un acto de desesperación y suplica me tomó fuertemente la mano y me pidió que le contara como era el mar. La sensación fue extraña; Como dije antes; yo siento que no me llevo bien con el lenguaje, lo vivencio como una manada de inmensos jeroglíficos demasiado importantes para ser tratados como lo son, tal vez por eso la danza, simplemente hay cosas que no las puedo decir de otra manera. El lenguaje me implicaba allí demasiada responsabilidad; cada palabra proveniente de mi locuaz elección dibujaría en ella su última y ansiada imagen, fonéticamente debía contornearle un mar, con cada combinación de letras debía combinarle los colores del agua, la mezcla con el cielo, articular los olores y las texturas. Cuidar la entonación de mis palabras con la importancia con la que se interpreta una partitura. No puedo recordar nada de lo que dije, siempre trato, pero no puedo. Solo sé que pocas veces di importancia a algo como a aquello. Tampoco nunca conté a nadie sobre; el mar que nació en aquél hospital. Al volver del mar, ella me dió su último regalo; Una pequeña lata azul, con seis cartas. Me dijo que yo iba a saber reconocer , el momento en el que debía leer la mía. Tarde 1 año en repartir las cartas, aún no sé porque y de más esta decir que no abrí ninguna. Ahora miro el sobre gastado de ser sometido a esta inquisición exhaustiva de mi mirada; de más, también, está decir que la carta me acompañó a cuanto viaje emprendí, es que ..uno nunca sabe cuando será ese día. Se convirtió en una especie de amuleto secreto. “Mi pequeña Giulietta”, dibujan las letras en su dorso. Adentro hay ,además, un pequeño objeto, pero no logro dilucidar que es. Varias veces imagino el día en que abro el sobre, me imagino ese encuentro, ese vínculo que sucederá entre lo intangible y lo tangible. Las palabras de aquello ausente son como un mágico conjuro; actúan, ejecutan y se plasman, con la fuerza de una revancha elevada a la décima potencia .



Me pregunto, una vez más, acerca de la ausencia física. Durante la ausencia se produce un entendimiento, un despertar consecuencia del desesperar, una espera que ni todo el tiempo del universo, en su versión astronómica o existencial, puede aniquilar. La espera, durante el vano intento del desapego a lo amado ido,


La espera” por vocación, por vicio, sin desmayo , ni tregua” ..




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Las angustias.


(...)y desde arriba abajo y desde abajo arriba ávido asqueado por vivir entre huesos o del perpetuo estéril desencuentro o al recomienzo espeso de cerdos contratiempos y destiempos cuando no al burdo sino de algún complejo herniado en pleno vuelo.
Oliverio Girondo. Fragmento de “Destino



“Felino Es_co_fino Sacro”

Desafiando la desafinada escofina de mi aguda agustia,
Grito
Grito un llanto ganso mudo con mis piernas vacías de un encanto tan inhóspito como inexplotado o plotado de sombras inertes,
Grito con mis codos
Con mi sacro_coxis
Grito con mis pies de lija que van alisando el empedrado
Con mis glóbulos blancos
Con mis mil feromonas en mal funcionamiento,
Grito apedrada por las notas sostenidas que se me van cayendo encima
Desde un vientre que late un perfume de sacristías ateas,
Desafiando, incluso , el desafinamiento de las cuerdas truncas; tordas cuerdas trenzadas que apuntalan mi battement fétido
Desafiando el engusanamiento de los esguinces encefálicos, que me dejan tiesa como una sorda estatua.
Grito el desafío
Desafío con mi grito de gata encinta
Encintada entre sus bigotes de ensueños,
De enfermos senos venenos
En su asqueado arqueo de vértebras cuasi perfectas
Grito desde mis uñas aunque estén clavadas en una pared,
Grito etéreamente aún en esta fiesta de Eol ventrílocuo que insiste en morderme infantilmente la piel
Desafío ,con mis extremidades de martillos ,el martirio de mares mareados de secas utopías.
Voy.
Con mi paso atalonado,, atalonando el piso, voy
Gritando
Con mi desafío
No encuentro otra forma de ir, aunque empiece a percatarme que estoy enmudeciendo.

..Copacabana 2004