viernes

Del subterfugio a lo onírico

Cuando las lunas son llenas tienen una paz que ,creo, se debe a la dureza de su luz. Desde muy pequeña que las lunas llenas me hacen pensar que creo mas en lo inverosímil que en lo real,creo mas en las metáforas que en las personas que andan por las calles, me parecen mas tangibles o mas digno de serlo. Siempre sentì, pese a alguna que otra excepción, que las lunas regordetas me hacen querer quedarme en mi casa encandilándome y soñando. Ahora esa sensación empieza a aparecer una vez mas, aunque de manera diferente.
La noche en mi ciudad local estira mis sensaciones como elásticos, en donde el encuentro entre dos tensiones genera un rebote que te deja la cabeza girando alrededor del eje.Salir por las noches me empezó a significar ser parte de un subterfugio donde ir a parar en épocas de vacas flacas en la economía de la inmunidad a la imaginación. Como Alicia en un país desmaravillado me encontré en un terreno de palabras baldías y sonidos planos, con un espectro limitado y sin entonación.Me encontré rodeadas con hombres y mujeres que me simbolizaban un error metafísico de la materia,espejos que son vestigios y simulacros de si mismos, me vi queriendo colorear lo que no se colorea.
¿Que era esto de salir a perderse, como un disfraz irreal de la conciencia? A veces pienso que todos se pierden, porque en la vida, por mas fatal que suene,todo es pérdida, pero yo elijo perderme con alegría y en esto el soñar empezó a jugar el papel principal: la noche tiene memoria y tiene ilusión, tiene pasado y futuro, los sueños no. Yo quiero que mi vida sea un sueño que reniegue de toda clase de conformismos, creo merecerlo después de todo, merecer como en los sueños: cada sueño es el primer y el último sueño del mundo.
Lo que hice y no quise y lo que maté haciéndolo..es un pensamiento que en mi mundo diurno me aletarga mientras que en el onírico se diluye, como la ciudad que por las noches juega su juego y yo lejos de ella juego el mio
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